Por la costa: de Hondarribia a Bilbao

La riqueza y variedad del País Vasco lo convierten en un destino imprescindible. Sus paisajes, su cultura, su gente y por supuesto su gastronomía, me enamoraron desde el primer momento. Hacía tiempo que tenía ganas de hacer esta ruta por la costa vasca, pero al estar allí, me di cuenta de todas las cosas que me quedaban por ver, así que estoy deseando volver.

Playa de La Concha San Sebastián

Os cuento cómo fue esta ruta de 7 días por el litoral. Al ser distancias bastante asequibles en coche, elegimos un lugar donde alojarnos que nos permitiera desplazarnos cada día y a la vez descansar en un remanso de paz.

Así fue como elegimos el pueblo pesquero de Guetaria, y más concretamente el alojamiento rural Abeta Zaharra. Se trata de un caserío con más de 400 años de antigüedad, donde estuvimos muy a gusto, con un trato familiar y un lugar privilegiado.

Abeta Zaharra en Guetaria

Desde aquí comenzamos la primera etapa, que nos lleva al extremo más oriental del País Vasco, a Hondarribia. Al otro lado de la ría, se ve ya terreno francés. Es una localidad preciosa y muy turística, con múltiple oferta hotelera y gastronómica.

Su casco histórico medieval se sitúa en lo alto y es un entramado en cuadrícula de calles adoquinadas, rodeadas por murallas. Allí podemos visitar el Castillo de Carlos V y la Iglesia Parroquial, mientras nos ‘perdemos’ por sus rincones.

Hondarribia Barrio de la Marina

Después, nos damos una vuelta por el Barrio de la Marina, donde cuesta mucho elegir un sitio para comer, entre tantas opciones apetitosas. El ambiente de las calles y sus típicas casas de colores transmiten mucha alegría.

Por la tarde, nos damos una vuelta por el puerto deportivo y la playa. Y no podemos irnos sin subir en coche al Castillo de San Telmo y al faro, para disfrutar de las fantásticas vistas.

Vistas desde el mirador del Faro de Higuer en Hondarribia, País Vasco

Nuestra siguiente visita es San Sebastián, una ciudad que deseaba mucho conocer y que hace honor a su fama de ciudad elegante y bonita. Comenzamos en la Bahía de la Concha, que da nombre a su playa más famosa y considerada una de las mejores playas urbanas, con más de 1,5 km de extensión. Allí pudimos ver una emocionante regata de remo, que no sería la única del viaje, ya que estuvimos en julio, época de competiciones a tope.

Parte Vieja San Sebastián

La Parte Vieja Donostiarra es el origen de la ciudad actual. Después de visitar monumentos como la Basílica de Santa María del Coro o el Museo de San Telmo, nos dejamos llevar por la vida del lugar y vamos por los bares descubriendo los mejores pintxos.

El ensanche de la ciudad, a partir del s. XIX, nos lleva a otra zona de elegante urbanismo con lugares conocidos como el Teatro de Reina Victoria y el Puente de María Cristina, que lo une al Kursaal, auditorio que es sede del prestigioso festival de cine de la ciudad.

Kursaal San Sebastián

Nuestro recorrido por la ciudad termina en el Monte Higueldo. Se sube en un funicular antiguo de madera, que se toma al final de la playa de Ondarreta, un poco antes de llegar al Peine de Viento (conjunto escultórico símbolo de la ciudad). Las vistas de toda la bahía desde arriba son espectaculares.

Continunado hacia el oeste, llegamos al pequeño pueblo de Orio. Rodeado por el mar, el río y la montaña, es ideal para descansar y disfrutar de deportes como el senderismo y, cómo no, el remo. Su casco histórico, que conserva el trazado medieval del s. XIII, nos lleva por un laberinto de calles empedradas, estrechas y empinadas.

Remo en Orio

A pocos kilómetros, se encuentra Zarauz, una ciudad también volcada en el la gastronomía y el turismo, tanto cultural como natural. Cuenta con la playa más larga del litoral guipuzcoano, y en ella se forman olas famosas en el mundo entero muy apreciadas por los surfistas.

Playa de Zarauz

Siempre por la costa, el siguiente pueblo es Guetaria, nuestro ‘campamento base’. Localidad natal de dos personalidades célebres: el marino Juan Sebastián Elcano y el modista Balenciaga, es además un destino turístico habitual de la zona. Son estupendos su pescado a la parrila y su vino blanco txacolí (en la zona hay multitud de viñedos).

Viñedo en Guetaria

Llegamos ahora a Zumaya, famosa por encontrase dentro del Geoparque UNESCO de la Costa Vasca. El principal interés de este lugar se encuentra en los 13 kilómetros de acantilados con una espectacular formación de capas de roca llamadas Flysch. De gran valor geológico, muestran más de 60 millones de años de la historia de la Tierra. Se pueden hacer tanto visitas guiadas como excursiones en barco.

Zumaya Flysch

Dentro del Geoparque se encuentran también Deba y Mutriku. Este último es un pueblo pesquero, cuyo puerto es uno de los más antiguos de la provincia y hoy en día es también puerto derpotivo. Su casco histórico, de calles adoquinadas y palacios de los s. XV-XVII, bien merece un paseo hasta el puerto.

Nuestra siguiente etapa, ya en la provincia de Vizcaya, comienza en la Reserva de Urdaibai, protegida por su diversidad biológica y geológica. Las marismas de la ría son un entorno ideal para ver aves. En los alrededores también son llamativos los miradores y las playas, como la de Laga.

Playa de Laga, Urdaibai

Cerca de allí, encontramos el pueblo de Mundaka, paraíso de los surfistas de todo el mundo. Y a pocos kilómetros llegamos a Bermeo, otro precioso pueblo pesquero con un interesante patrimonio cultural: destacan el museo del pescador en la Torre Ercilla, el casino de Bermeo, y la iglesia gótica de Santa Eufemia. Su puerto, rodeado por casas de colores, es uno de los principales de la zona.

Puerto de Bermeo

Continuando junto al mar llegamos a San Juan de Gaztelugatxe, uno de lugares más emblemáticos y espectaculares, y también de los más fotografiados. El tiempo no nos acompañó ese día, y por un rato la niebla no permitía ver la iglesia situada en lo alto del islote. Luego, fue abriendo un poco, y por fin pudimos contemplar la panorámica tan deseada.

San Juan de Gaztelugatxe

Es importante llevar ropa y calzado cómodos, para hacer la caminata que llega hasta el puente de piedra y después subir los 241 escalones. La primera ermita fue construida en el s. IX, aunque no se conserva. La actual ha sido reconstruida en varias ocasiones a lo largo de su historia. Lo que sí continúa es la tradición de tocar tres veces la campana para atraer la buena suerte y ahuyentar los malos espíritus.

Iglesia de San Juan de Gaztelugatxe

Nuestra ruta termina en Bilbao, que fue de los lugares que más me sorprendieron. Un día se me hizo muy corto para poder disfrutarla, así que os recomiendo al menos un fin de semana para saborearla bien.

Es una ciudad que tiene mucho que ofrecer: arte, arquitectura, la Ría, su ambiente… En definitiva, me transmite una armonía entre tradición y modernidad que en pocas ciudades se aprecia tanto.

Estación de Bilbao Concordia

Al lado de la Ría, está el Casco Viejo, que también se conoce por las ‘Siete Calles’. Es una zona peatonal, con mucha vida y multitud de tiendas, bares y restaurantes. Se hace imprescindible una visita al Mercado de la Ribera, una gran plaza de abastos con oferta para todos los gustos.

La subida al Monte Artxanda es otra de las experiencias que más me gustó. En el moderno funicular (aunque el original tiene más de 100 años) se llega a un parque muy agradable, desde el que disfrutar de unas fantásticas vistas de toda la ciudad.

Paseo junto a la Ría de Bilbao

Otro de los lugares a destacar es la Alhóngida, actualmente Arkuna Zentroa. Este antiguo almacén de vinos, ha sido rediseñado como centro cultural, de ocio y deportivo, con un resultado impactante. En la planta baja, llaman la atención las columnas, todas diferentes y a cuál más original.

Arkuna Zentroa Bilbao

El final de nuestra visita a Bilbao y del recorrido por la costa vasca, no podía ser otro que el Museo Guggenheim, rodeado siempre de turistas. Desde su creación en 1997, se ha convertido en símbolo de la ciudad y en gran exponente mundial de arte moderno y contemporáneo.

Situado junto a la Ría, su diseño evoca un navío y el titanio que lo recubre le da ese carácter tan particular y refleja la tonalidad de la luz de cada momento del día. Una imagen que se queda para siempre en la memoria y en el corazón.

¿Te ha gustado este recorrido? Si ya conoces el litoral vasco, cuéntamos qué lugar es el que más te gustó o qué añadirías a la ruta.

Museo Guggenheim Bilbao

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