¿Te gusta hacer de vez en cuando una escapada? Edimburgo es ideal para un fin de semana, aunque una vez que conozcas la ciudad, seguro que querrás volver para disfrutarla más a fondo. Aquí os propongo una ruta para poder saborear, en un par de días, la esencia de la capital escocesa… además de su whisky 😉 Edimburgo es una ciudad vital, de la que sobre todo me encantó su gente: amigable, hospitalaria y risueña, nada que ver con el estereotipo británico.
Si llegáis el viernes por la tarde o noche, una buena toma de contacto con la ciudad es un paseo por Princess Street iluminado. Para el alojamiento os recomiendo mirar por la zona de Pilrig Street, donde se pueden encontrar muchas casas que alquilan habitaciones a buen precio, en una zona tranquila pero bien comunicada, y desde la que se puede llegar a pie al centro sin problema.
Princess Street
Para comenzar la jornada del sábado, qué mejor que un paseo por los Jardines de Princess Street, ubicados junto a la zona más comercial de la ciudad y un buen punto de partida para iniciar el recorrido. Además de disfrutar del parque en sí, me llamaron mucho la atención unos bancos públicos con placas dedicadas, que después descubrí también en más lugares de la ciudad.
Se trata de una emotiva costumbre según la cual se pueden ‘comprar’ simbólicamente los bancos, pagando unas £1700 para que el ayuntamiento instale una placa de metal dedicada, que se mantendrá durante 20 años. No dejéis de leer algunas de las dedicatorias, son realmente bonitas.
Ahora nos dirigimos hacia el Castillo de Edimburgo, pero antes haremos una parada en la pequeña Iglesia Parroquial de St Cuthbert y su cementerio, justo al final del parque. Si como a mí, te gustan los cementerios, en Edimburgo tienes varios históricos que merce la pena visitar.
El de Old Calton y el de Greyfriars son quizás los más destacados. Y aunque tienen su lado siniestro, también pueden ser un lugar donde respirar tranquilidad dentro de la ciudad y apreciar toda la historia que hay en ellos.
Castillo de Edimburgo
Con más de un millón de visitantes al año, el Castillo de Edimburgo es el símbolo por excelencia de la ciudad. Se encuentra sobre una colina con magníficas vistas de la ciudad. Tres de sus lados están protegidos por acantilados, por lo que la única vía de acceso al castillo es rodearlo y subir hasta la entrada por Castell Hill.
La visita a su interior puede llevar unas tres horas, precedidas siempre de la cola de espera para entrar. No dejes de asistir al cambio de guardia en la explanada del castillo y al cañonazo de la una en punto, una tradición que se remonta a medidados del s.XIX para sincronizar los relojes de la ciudad, y que hoy en día es un gran reclamo turístico. La Capilla de Santa Margarita, el Gran Salón o el enorme cañón Mons Meg son algunos de los puntos de interés en el castillo.
Royal Mile
A las puertas del castillo comienza la Royal Mile, vía principal de la ciudad vieja, que en realidad se compone de cuatro tramos con diferentes nombres. Como se va acercando la hora de comer, en esta zona tan animada de la ciudad no faltarán sitios para elegir. Si os apetece tomar algo en un lugar curioso, os recomiendo The Hub, en un edificio de mediados del s.XIX, el Victoria Hall, construido como lugar de asamblea de la Iglesia de Escocia y hoy en día rehabilitado.
Por la Royal Mile siempre hay animación y momentos musicales que te irán llamando la atención. Algunos son más solemnes y tradicionales, como los típicos gaiteros escoceses con su kilt y el traje nacional completo. Pero también te encontrarás con otros más divertidos, que reflejan el ambiente festivo del centro.
Nuestra siguiente parada es la catedral de St Giles, iglesia de la reforma y monumento emblemático de la ciudad de Edimburgo. El edificio es conocido como High Kirk of Edinburgh y su elemento más característico es la cúpula en forma de corona real. El interior es realmente impresionante con su esbelta bóveda y sus vidrieras.
Por último, en el tramo final de Royal Mile encontramos el Parlamento escocés, un ejemplo de arquitectura moderna muy llamativo, y un poco más adelante llegamos ante las puertas del Palacio de Holyroodhouse, que es la residencia real en Escocia.
La visita es muy interesante, siempre que no os pase como a mí y lo encontréis cerrado por estar de visita la reina… Debo de tener el don de la oportunidad, porque lo mismo me pasó en Londres y en Mónaco 😮
Calton Hill
Para terminar el sábado, nos acercamos a Calton Hill, la colina al este de la Ciudad Nueva, justo al final de Princess Street. Desde allí, ver el atardecer con unas magníficas vistas de la ciudad es un ‘imprescindible’. En la parte alta, encontraréis varios monumentos por los que recibe el nombre de la ‘Atenas del norte’: el Monumento a Nelson, el Monumento Nacional de Escocia y el Observatorio astronómico.
Después de cenar, ¿por qué no aprovechar para relajarnos con el famoso whisky escocés en uno de los bonitos pubs del centro? Los horarios son un poco limitados, tanto en los comercios como la restauración, sobre todo comparados con los nuestros. Son rigurosos con la hora de cierre, pero habitualmente avisan unos minutos antes por si quieres pedir alguna consumición más.
Museos en Edimburgo
El domingo por la mañana es un buen momento para aprender un poco más sobre Escocia en alguno de los museos que nos ofrece la ciudad: la National Gallery, el Museo Nacional de Escocia, y también otras alternativas diferentes como el Scotch Whisky Heritage Centre o el callejón Mary King’s Close.
Compras y recuerdos
Además de las ya conocidas Princess Street y Royal Mile, otros sitios donde poder hacer compras y llevar algún recuerdo de nuestro fin de semana en Edimburgo son George Street, Grassmarket y Victoria Street. Y por supuesto los tradicionales grandes almacenes House of Fraiser Jenners. También un paseo en el tradicional autobús de dos plantas puede servirnos de bonita despedida de la ciudad.
Pero los mejores recuerdos son siempre los momentos vividos en cada lugar y las historias que nos cuentan. Como la de Bobby, un perrito Skye Terrier que fue el mejor amigo del policía John Gray hasta su muerte por tuberculosis en 1858. Su dueño fue enterrado en el Cementerio Greyfriars y Bobby no se movió del lado de su tumba nunca más. En recuerdo de esta bonita historia, hoy se encuentra un monumento a la entra del cementerio.
¿A ti también te gustan las historias y leyendas de los sitios que visitas? ¿Qué historia te ha llamado la atención o te ha parecido especialmente bonita?